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jueves, 18 de abril de 2013

Luna (I)


Había sido un largo día, el teléfono no había dejado de sonar por más de media hora y los quehaceres se fueron apilando en el escritorio junto a los papeles regados. El clima había ayudado poco, el calor derritió los segundos, los minutos, las  horas, que parecían avanzar únicamente por el rastro pegajoso que iban dejando en el reloj de la pared, ese reloj que hacía un gran esfuerzo y gritaba el tic-tac cada vez que intentaba mover las agujas. Lentamente el sol fue agotándose, dejando de insistir en alumbrar al darse cuenta que lo único que había logrado eran quejas. El cielo celeste con borrones blancos pasó a ser una mezcla de rojos, naranjas y amarillos difuminados por una mano invisible, para dar paso a la noche que dejó caer una lluvia de oscuridad, empapando de negrura cada rincón que las sombrillas de luz no lograban cubrir.

Manejó de vuelta a su apartamento a una hora en la que el tráfico no es muy pesado. Un cóctel de olores inundó el carro, uno que por momentos no era muy agradable, pero ¿qué se puede esperar en una ciudad en la que el humo nubla la vista y nos mata un poco más rápido cada día, una ciudad que es atravesada por ríos negros, una en la que hay un par de cementerios con su característico olor a flores podrídas? No todo fue malo, también había disfrutado haber pasado por una panadería y sentir el olor de la masa cocinándose, el olor de los tamales de una casa con una luz roja sobre la puerta, el olor de las estufas de leña de las casas de lámina en un terreno invadido y el perfume de unos eucaliptos que estaban en el centro de un redondel por el que debía pasar. Los aromas entraban uno tras otro, agradeciendo que las ventanas estuvieran abajo y les permitieran tomar asiento en el sillón del copiloto por un momento, disfrutando su corta estadía antes de ser sacados por el siguiente. 

Pero eso ya había pasado, ya estaba de vuelta en su apartamento, uno de esos pequeños cascarones de huevo en el que solo cabía él y la mitad de su conciencia, que tenía una cocina-comedor-sala, un cuarto con una cama y un balcón en el que salía a fumar de vez en cuando. El baño era comunitario para los inquilinos de ese piso, en el que le tocaba platicar con más de alguno que estuviera esperando su turno, como él. Terminó su cena preparada con arrebato, porque a veces puede más el hambre y el cansancio que la paciencia y las ganas de hacer bien las cosas. Se levantó quejoso de la silla, llevó los trastos a la cocina y los dejó sobre el mueble, no estaba para lavarlos en ese instante, sólo quería llegar a su cama y descansar. Arrastró los pies hacia el baño, que por suerte estaba vacío, se lavó la boca y orinó para evitar tener que levantarse de madrugada. Regresó a su apartamento, se desvistió quedando únicamente en boxer y se dejó caer sobre la cama que lo había esperado todo el día.

Se despertó con una picazón desesperante en los brazos y los pies, podía escuchar los zumbidos hartantes de esos diminutos demonios alados chupasangre, acercándose y alejándose de sus oídos, volando de un lado a otro, drenándolo a cambio de veneno. Si tan solo los zancudos llegaran sin molestar, sin hacerle oír su aleteo incesante, sin dejar ronchas en su piel, estaría dispuesto a darles toda la sangre que quisieran con tal que lo dejaran en paz. Su cuerpo sudaba por el angustiante calor, las sábanas se aferraban a él y las almohadas no tenían ese lado más fresco para darles vuelta y dejar de sentir el ardor en la cara por un momento. Intentó ignorar la incomodidad de las sábanas y a los molestos bichos, cerró los ojos negándose a estar despierto, tratando de forzar el sueño que ya no volvería, de evitar una velada larga. Pero la luna estaba en el balcón esperándolo.

Segunda parte: >>Luna (II)<<

Fotografía por: Alfredo Ortíz

4 comentarios :

  1. :) me gusto orli! quiero leer más, perooo, me hubiese gustado leer más sobre la luna, la noche, que la describieras más asi como describiste al sol marcharse :) te seguire leyendo!

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    1. Paciencia Alicia, esto aún no ha terminado jajaja. En unos días trabajaré en la siguiente parte, solo debo ordenar unas ideas que me están bloqueando el paso.

      Gracias por leer y comentar :)

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  2. verdad lo que dice Alicia. Tienes unas percepciones únicas, sigue deleitándonos así.
    besos!
    Marianne.

    ★ Diario Anecdótica ★

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    1. Marianne, agradezco mucho tu comentario, realmente me inspira y anima a seguir escribiendo. Ya estoy trabajando en la siguiente parte de esta historia, espero poder tenerla en unos días ya que el tiempo se me está escurriendo como agua en los dedos.

      Saludos!

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