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Pasen adelante, quítense los zapatos si así están más cómodos.

viernes, 27 de febrero de 2015

Náufragos de desierto

—¿Estamos avanzando o estamos retrocediendo?
—Ni siquiera nos movemos.
—Pareciera que sí.
—Pero no, son sólo las nubes que se mueven a donde las lleve el viento.
—Entonces, ¿qué hacemos?
—Nada, esperar.
—¿Esperar qué cosa?
—A que el cielo nos regale lluvia suficiente para que la corriente nos lleve otra vez.
—¿Y si no llueve?
—A que la tierra se abra y nos trague para terminar todo esto.
—Eso es aún menos probable a que llueva en este desierto.
—Pero tarde o temprano, una de las dos pasará.
—¿Cómo terminamos aquí?
—No lo sé. Cuando desperté, ya estábamos varados. Lo último que recuerdo es la tormenta.
—Tenemos que hacer algo, no sé, comenzar a caminar para salir de aquí.
—Por el momento no hay más que hacer.
—!Perdemos tiempo mientras nos quedamos sentados!
—Sólo hay dos formas de salir, y son esas que te dije. Además, ¿para qué apresurarse cuando se va a ninguna parte?


miércoles, 14 de enero de 2015

Petrificado

Desesperación. Mi cabeza giraba sin moverse y las manecillas del reloj lo hacían en sentido contrario a lo acostumbrado, mas el tiempo se iba como siempre, como agua, para no volver jamás. El silencio, crudo, rebotaba en mis oídos y sólo dejaba oír ese pitido incesante que causa cuando perfora los tímpanos. Mi saliva se había vuelto pesada, espesa, con un sabor amargo como vinagre. Y mi mente queriendo volar, estaba presa detrás de una ventana que dejaba ver la oscuridad del cielo y ese peculiar tono rojizo de su bóveda.

Petrified underwater - Catarina Carneiro de Sousa

lunes, 22 de septiembre de 2014

Retrato

Sus ojos se movían frenéticos tras sus párpados que se abrían de vez en cuando dejando ver los globos blancos. El sudor corría por su cara y humedecía su almohada. Algunos gemidos escapaban de sus labios dejando ver el vaho de su aliento chocando con el frío del cuarto. Sus manos se aferraban de las sábanas desteñidas que apenas daban un poco de calor a su cuerpo casi congelado.

Corría, su pies daban zancadas sobre el piso de cuadros rojos y amarillos. Dos paredes altísimas, que no dejaban ver el techo perdido en la oscuridad, formaban un largo corredor sin un fin visible. Lámparas doradas y retorcidas en espirales colgadas de las paredes desprendían unas tenues luces amarillas que se encendían cuando pasaba frente a ellas y perdían su brillo lentamente hasta apagarse cuando se alejaba. Habían cuadros de cada lado, cuadros de marco dorado ya descascarados que mostraban la misma imagen una y otra vez, el retrato de una mujer de rostro relajado y sonriente, de larga y oscura cabellera que caía sobre un vestido celeste.

Lume - zentolos

viernes, 28 de febrero de 2014

Si la muerte te mira

—Vos corré y no mirés para atrás.— me dijo de frente, agarrándome la cara por los cachetes. —Que si la muerte te mira, ya te jodiste.— terminó y me dio unas palmadas en el hombro. Ya lo sabía, así había sido desde el primer día que empezamos con nuestro qué hacer. Yo nunca había visto hacia atrás, siempre corría hasta que dejaba de oír la bulla de la gente, siempre seguía el plan al pie de la letra sin dudarlo y todo nos había salido bien. Nos levantábamos temprano porque ya sabés que “al que madruga...”. Además, a esas horas es donde encontrás más posibilidades, todos están pendientes de otras cosas, que si se levantaron tarde y ya no van a llegar a tiempo, que si el semáforo se acaba de poner en verde hay que bocinar para que los carros vuelen, que si alguien quiere cambiarse de carril hay que hacer hasta lo imposible por no dejarlo. Todos buscan la mejor forma de ser una mierda con los demás, perdón, pero sabés que así es.

Reflections of the day - Oscar Funes