La Visita

La silueta regresó, silenciosa como la primera vez que vino.

Apareció nuevamente de las sombras dudando salir, cómo la última vez.

Pero hoy fue diferente, la música siguió su camino.

Las luces siguieron alumbrando, sin parpadear ni una vez.

Se ha sentado otra vez en mi cama, y mira todo el cuarto cautelosamente.

Su vista pasa por cada rincón de mi habitación.

Y se detiene de vez en cuando en algo que le parece curioso.

Sus ojos se detuvieron en los libros de la repisa y se acercó a observarlos.

Enciende y apaga la lámpara de la mesa de noche, hasta que le pido que no lo haga.

Y me observa, como quien ha sido regañado.

Pero luego pierde otra vez su atención en algo más que ha visto.

Es una compañía extraña, pero agradable.

Camina por el cuarto de un lado a otro.

Pateando los zapatos que he dejado cerca de la cama.

Hablamos de todo y de nada, y de vez en cuando reímos un poco.

Es demasiado curiosa, pero ¿quién no lo es en un lugar nuevo?

Al parecer se quedará toda la noche, haciéndome compañía.

Ayudándome a seguir despierto.

Distrayéndome de cuando en cuando, para despejarme un poco.

Para no sentirse sola.

Cualquiera pensaría que estoy loco, que estoy delirando.

Pero ¿qué importa?

La locura no es una enfermedad, es un regalo.