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viernes, 28 de junio de 2013

El hombre azul

Estaba sentado a la orilla de su cama, la luz del televisor viejo era la única que cortaba la oscuridad y su tristeza era la única que acompañaba a los acordes tristes de su guitarra. Un cigarro muerto en el cenicero y un vaso de whisky frente a la ventana, que le dejaba ver los verdes árboles bajo la luz de la luna, saciaban sus vicios y lo calmaban dejando una grata sensación en su garganta. Su voz se quebraba cada vez que intentaba saltar de sus labios al vacío de la habitación sin siquiera poder acompañar un momento el sonido que las cuerdas desprendían al borde de sus dedos.

Blue Guitar 2 - NissaCam

Había pasado por tanto, había triunfado en muchas cosas, pero también había fracasado en otras (como todos lo hemos hecho más de una vez). Procuraba no darle importancia a esas cosas, aprendía y seguía adelante, era el capitán de un barco invencible en mar abierto al que el viento y las olas azotaban sin misericordia sin lograr detenerlo hasta ese día, en el que perdió todo, en el que se encontró con esa roca que lastimó su barco, en el que la perdió a ella. Una herida insignificante que poco a poco lo había hecho hundirse y día a día se hacía más grande, que había hecho al agua llegar hasta su barbilla dejándolo al borde de perderse en las turbias corrientes de la melancolía.

Sus ojos llorosos, sus dedos acariciando el metal de los trastes y su piel soltando hilos de tristeza al viento componían poemas de amor para quien se había ido antes de tiempo. Sólo le quedaba la soledad que de vez en cuando no lo acompañaba en esas noches amargas en las que desquitaba su frustración con la pared y hacía sangrar sus nudillos que le dejaban sentir un confortante calor que no llegaba a quemarle. Le quedaba el silencio que lo hostigaba cuando menos lo necesitaba y hacía que su mente volara en recuerdos hasta hacerlo perder la cordura.

Sus días pasaban despacio frente a sus lentes oscuros que ocultaban a ese hombre destrozado, desangrando un corazón que alguna vez fue indestructible. No había sol para él, no había luz en su camino, vagaba en la oscuridad sin encontrar salida de ese laberinto de desesperación, iba perdiendo el sentido que ya poco le importaba. Parecía que en la vida alguien tenía que sufrir, y ese era él.

Sus esperanzas y sus ánimos se dieron por vencidos una tarde de otoño en el que olvidó su nombre, en el que olvidó su pasado y comenzó vivir por inercia, en el que perdió por completo su rumbo y su mapa. Su voz comenzó a salir, a cantarle al dolor, a acompañar las desdichadas melodías que vivía. Su piel se marchitó perdiendo su color, se volvió azul como su alma, como esas canciones de blues que aún compone para cerrar una herida de la que nunca se recuperó, una herida que nunca sanará.

Blues guitar - gstef74

Fotografías: NissaCam, gstef74

4 comentarios :

  1. Sigo sin entender la melancolía de Sazo jajaja Pero creo que esta entrada tenía potencial para ser un poco más larga o al menos sentí muy abrupto el final, como que le faltó algo... Aún así la historia me gustó, la ¿analogía? de capitán de su vida me gustó bastante, todo ese parráfo de hecho :) ¡A esperar el próximo!

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    1. Lo sé y estoy de acuerdo con tu comentario. Cómo te estaba diciendo aquel día, estoy teniendo un problema con mi musa que se está escondiendo y sólo me ha dejado rastros. Ya la encontraré y habrá algo más extenso.

      Gracias por siempre pasar leyendo y comentando :)

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  2. Es un relato corto, pero muy intenso. Me gusto como utilizaste los motivos del barco, de la roca... Note un dolor que mata despacio al personaje principal haciendo que toda su vida sea negra y sin luz (falta de esperanza). Es cierto que podías hacerlo más largo para saber mas, pero aun asi, es un texto que impresiona.
    Un saludo.

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