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Pasen adelante, quítense los zapatos si así están más cómodos.

martes, 12 de marzo de 2013

Viernes


Eran las 5:59 de la mañana, se despertó un minuto antes que la alarma comenzara a decirle a gritos que era hora de dejar la comodidad del sueño. Abrió los ojos con dificultad mientras intentaba recordar qué día era, o por lo menos adivinarlo. Se quedó tendido en la cama esa eternidad de sesenta segundos intentado reunir las fuerzas (que todos necesitamos) para despegarse de las chamarras tibias que lo envolvían y lo protegían del frío de una mañana de Diciembre. Supuso que era Jueves y sintió la frustración de tener que trabajar dos día más antes del fin de semana, además tenía que ir de pantalón de vestir y corbata para aparentar seriedad. La alarma comenzó a sonar, pero no la apagó. Dejó que llorara hasta callar y así darse unos segundos más para quejarse por tener que levantarse. Se sentó a la orilla de la cama y comenzó a mover los pies por la alfombra para encontrar las pantuflas que de forma extraña siempre se escondían durante la noche. Vio el calendario, que tenía una foto del lago de Atitlán, colgado en la pared y se dio cuenta que era Viernes. Qué alivio sintió al darse cuenta, fue un sentimiento parecido al de encontrar dinero en las bolsas de un pantalón.

Tuvo una brillante idea, ese crédito se dio, tomó el teléfono y luego de marcar el número marcó la extensión. -Buenos días Paty, le habla Carlos- dijo fingiendo voz de enfermo y frunciendo el ceño, como si ella pudiera verlo -¿Puede comunicarme con Carmen?- -Carmen acaba de entrar a una reunión, ¿está bien?- -No mucho, como que tendré que ir al doctor. Voy a llamar más tarde para hablarle- dijo, haciéndose la víctima. -No tenga pena, yo le digo. Usted descanse y que siga mejor- -Gracias, adiós- contestó aún fingiendo la voz. Había sido más fácil de lo que esperaba, igual le debían días de vacaciones, pensó. Aprovechó la mañana para desayunar tranquilo y tomarse más de una hora para bañarse, le importaba un carajo todo, vivía solo y sentía como si tuviera unas pequeñas vacaciones. Pasó el resto del día viendo televisión con la computadora encima de las piernas revisando sus redes sociales para enterarse de la vida de los demás y saber si había algún lugar a donde ir esa noche. Sólo se levantó para recibir el almuerzo que había pedido por teléfono media hora antes y otro par de veces para ir al baño. Fue un día de total ocio y esperaba ansioso la noche para ir por unas cervezas a algún lugar de esos que estaban de moda.

Por fin llegó la noche, eran casi las 7 en punto. Llamó a unos amigos para saber qué "iba a haber", esperando respuestas positivas para ir a embriagarse como en otras ocasiones, pero no las recibió. Al parecer todos estaban ocupados esa noche o simplemente no querían salir. Unos se excusaron diciendo que el sábado trabajaban medio día y otros inventaron las excusas más tontas y las menos creíbles que pudieran haber. "¡Que se vayan a la mierda!" pensó luego que el último amigo le dijera que no. Aunque fuera solo, pero de que salía, salía. Tenía el presentimiento que conocería a alguien esa noche, tal vez a esa mujer con la que sentiría una conexión desde el momento en que le hablara, tal vez alguien que le ofreciera un trabajo mejor y más motivante que el que tenía actualmente. Se puso unos jeans azul oscuro, y lo demás de su atuendo era negro. Se llenó el pelo de gelatina y lo alborotó para dar una apariencia de despeinado. Tomó las llaves de su carro y partió a su destino, una discoteca en la zona 10. Se encontró a unos conocidos en ese bar. -¿No hay clavo si me quedo con ustedes? Todos rajaron hoy, pero yo si tenía ganas de salir- Le preguntó al que más le hablaba. -Dale, no te preocupés. ¡Salud!- Le contestó éste mientras alzaba su botella para brindar. Pasaron las horas, las botellas polarizadas y el líquido frío y espumeante, pero no conoció a la persona que se suponía debía aparecer. "Otro día será" se dijo cuando iba saliendo del lugar.

Encendió su carro, que se quejó como quién es despertado en la madrugada para ser molestado, le pagó 20 quetzales a quién se lo “cuidó” durante la noche y aceleró para largarse de esa calle oscura y fría que no daba buena espina. Iba manejando tranquilo por la Reforma, hacia zona 1, estaba un poco ebrio pero lo suficiente sobrio para manejar. En un segundo una camioneta negra lo rebasó y al otro se encontraba atravesada frente a él con las luces altas alumbrando el arriate solitario, las puertas se abrieron al mismo tiempo dejando bajar a cuatro sujetos en traje negro, cada uno con un arma que no se logra distinguir. Vaciaron los cartuchos sobre el BMW del 98, los casquillos besaron el suelo. Quedó varado a media avenida, con su piloto muerto por equivocación y el viento helado silbando al pasar por los agujeros que serán olvidados en unos días. Carlos tenía razón, conocería a alguien. Conoció a la muerte.


7 comentarios :

  1. Gracias a Coca y Miguel por hacerle de editores. Me ayudaron bastante.

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  2. Lección de HIMYM: nada bueno pasa después de las 2:00 am :/
    Genial y triste historia

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    Respuestas
    1. Podría pasar algo bueno, pero las posibilidades son aún más bajas que en el día.

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  3. te felicito gordo, esta increible tu historia!!!! love it!!

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  4. Muy bueno. De lectura muy ágil y atrapante.
    Saludos!

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