Las sombras ya no son lo que fueron, ahora tienen vida propia.
Caminan ajetreadas, viviendo nuestro infierno diario.
Teniendo sentimientos más fuertes de lo que las paredes pueden soportar.
Aun buscando las luces para hacerse más fuertes.
Dejando de ser una simple proyección.
Formando parte de este mundo saturado.
Pero no nos damos cuenta, o no queremos hacerlo.
Estamos tan enredados en lo que creemos que es vivir.
Ciegos por las preocupaciones que nos martirizan.
Sordos por las rutinas que nos esclavizan.
Maleducados por esa cosa que llamamos cultura.
Ignorantes por eso que nos atrevemos a llamar razón.